lunes, 1 de septiembre de 2008

Algo de música...

(Originalmente publicado el 25 de agosto de 2008 en imdosoc.org.mx)

Ya desde mediados de los setenta, luego de que los tres volúmenes de La Cristiada de Jean Meyer se convirtieran en el éxito de librería que son hasta ahora, los distintos aspectos de la guerra cristera, la cristiada o la rebelión cristera (como sea que queramos llamarla) se han convertido en una de las pocas obsesiones que podríamos considerar sanas en México.

No hay aspecto del conflicto que no resulte de interés para distintos públicos, quienes encuentran en la gesta cristera elementos de heroísmo, integridad y fidelidad a sus convicciones que--no en balde--alimentan hasta la fecha al catolicismo mexicano y de América Latina.



No tendría por qué sorprendernos, en este sentido, el que contemos con Corridos de la rebelión cristera, un disco compacto que recoge nueve distintos corridos, representativos de la rebelión cristera de 1926-9 y de la llamada Segunda, que fue el movimiento--menor en su alcance--que se enfrentó a la decisión del gobierno de Lázaro Cárdenas de implantar la llamada "educación socialista."

Los corridos compilados provienen de cuatro municipios que tuvieron una intensa participación en el conflicto de 26-29 (Arandas y San Miguel el Alto en Jalisco y Zacatecas y Jerez en Zacatecas) y, como todo corrido mexicano, su estructura musical es sencilla, pero son muy ricos en lo que sus letras dicen acerca de la lucha, de las personas involucradas en ella, del mundo que les rodeaba y de la manera en que interpretaban ese mundo.

Los corridos que incluye son:

  1. Corrido de Martín Díaz
  2. Corrido del padre Mendoza
  3. Corrido de los combates de San Julián
  4. Corrido de Victoriano Ramírez
  5. Corrido de Quirino Navarro
  6. Corrido de Valentín de la Sierra
  7. Corrido de la toma de Mezquitic o del padre Montoya
  8. Corrido de López y Castañón
  9. Corrido de la Convención


Los cinco primeros son corridos de la región de Los Altos, Jalisco y los otros cuatro son de Zacatecas. Todos los corridos, por cierto, fueron grabados por Irene Vázquez Valle quien contó con músicos, profesionales o no, de las regiones de Los Altos, Jalisco y del centro de Zacatecas, quienes interpretaron los corridos en instrumentos de la región y con un mínimo de apoyos técnicos, de manera que la grabación es extremadamente fiel al espíritu de la tradición de los corridos en el Centro-Occidente del país.

Este volumen de la Fonoteca del INAH se encuentra ya en su cuarta reimpresión; la primera fue lanzada en 1976, justo en el momento en que La Cristiada de Meyer disfrutaba de su primer momento de éxito.

Además de los corridos en sí, el volumen cuenta con un libreto ilustrado y con una presentación elaborada por Olivia Olivera de Bonfil de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, quien ubica los corridos de la cristiada en el contexto más amplio del corrido mexicano, con sus raíces profundas en la música popular española y, sobre todo, en el contexto más amplio de la investigación sobre el conflicto cristero de 1926-9 y sus repercusiones en la década de los treinta, la así llamada, Segunda.


Junto con la presentación de Olivera de Bonfil, el volumen cuenta con un Bosquejo histórico en el que se resumen algunos de los datos más conocidos del conflicto.

El estudio que acompaña a los corridos sirve como plataforma para comprender mejor algunos de los argumentos presentes en los corridos, que resumen tanto el sentir de los efectivos de los ejércitos cristeros, como los problemas que enfrentaban para luchar contra los efectivos del Ejército Mexicano, o los problemas que enfrentaba entre sí como en el caso del Corrido de Victoriano Ramírez El catorce, personaje que debió ser fusilado por los propios ejércitos cristeros, por su indisciplina.

La edición de 2002, que se encuentra con relativa facilidad en las librerías que venden materiales del INAH, como las que se encuentran en distintos museos y teatros como el de Bellas Artes de la Ciudad de Mëxico, está acompañada de las letras de todos los corridos incluidos, por lo que--además de escucharlos--es posible leer con detalle las preocupaciones y alegrías de los cristeros y los trovadores que los acompañaban.


La Fonoteca del INAH, por cierto, ha conservado sonidos, canciones y corridos de otras regiones y comunidades del país, algunas de ellas vinculadas también con la práctica de la fe en esas regiones del país.

En la colección es posible encontrar desde las danzas de comunidades de origen náhuatl del centro de México, como en el caso del número dos de la colección, dedicado a las Danzas de la Conquista, que incluye, entre otras danzas la llamada Santo Dios, que es una danza para acompañar la entrega del sahumerio o la llamada ¡Qué viva el señor Santiago!, dedicada al apóstol Santiago, como música de otras danzas y canciones populares.

Hay volúmenes dedicados, por ejemplo, a las comunidades afromestizas de Guerrero, y también--desde luego--a las mundialmente famosas bandas de distintas poblaciones del estado de Oaxaca, que fueron responsables de grabar los discos que ocupan los números 12 y 40 de la colección y, en general, puede decirse que todas las regiones del país están representadas con música popular.

Las opiniones vertidas en Atrio son de la exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan ni buscan reflejar los puntos de vista del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, sus socios y directivos, ni de las instituciones vinculadas con el IMDOSOC.

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