lunes, 8 de diciembre de 2008

Religión, vida pública y corrupción

Uno de los datos más interesantes de las encuestas que año con año publica el capítulo mexicano de Transparencia Internacional (http://www.transparenciamexicana.org.mx/) es el de cuáles son los estados más transparentes o, para evitar posibles interpretaciones negativas, menos corruptos, de nuestro país.

Y es interesante, entre otras razones, porque en este selecto grupo de entidades identificadas por Transparencia, están representados los tres partidos políticos más importantes de nuestro país. Ello hace inevitable desestimar explicaciones sobre estas variaciones centradas en el papel de los partidos y obliga, en cambio, a pensar que son otros factores los que explican que sean estas cinco y no otras las entidades en las que sus habitantes perciben menores prácticas de corrupción.

No sólo eso. Contra lo que cualquiera podría suponer, si se siguieran los supuestos de las teorías de la modernización más populares, no son las entidades en las que se encuentran las mayores zonas metropolitanas de México, ni las que presentan los mayores índices de escolaridad o de ingreso, las que son las menos corruptas de nuestro país.

Los datos de la más reciente encuesta del Índice Nacional de Corrupción y Buen Gobierno de Transparencia Mexicana ubican a Colima (gobernada por el PRI), Aguascalientes, Guanajuato (gobernadas por el PAN), Nayarit (gobernada por una sui géneris coalición PRD-PRI) y Michoacán (gobernada por el PRD), como las entidades menos corruptas de todo México.

Los valores reportados son, en el mismo orden, de 3.1, 4.7, 5.1, 5.2 y 5.7, respectivamente, sobre un máximo posible de la escala desarrollada por Transparencia Internacional de 100 y sobre un máximo de 18.8 para la entidad más corrupta de todo el país: el estado de México.

Al estado de México, por cierto, le sigue el Distrito Federal con 12.7, Tlaxcala con 11.7, Puebla con 11.0 y Morelos con 9.8. Así, en este extremo de la distribución de este índice, de nueva cuenta nos encontramos con entidades gobernadas por los tres partidos políticos más importantes de México, pues el PRI gobierna el Estado de México y Puebla, el PAN Morelos y Tlaxcala y el DF que ha sido gobernada por el PRD desde 1997.

Los lectores seguramente se preguntarán qué es lo que tienen, entonces, en común las cinco entidades menos corruptas de nuestro país y la respuesta a ello es simple: son las entidades más católicas de México. Todas estas entidades se encuentran por encima de la media nacional de la proporción de católicos y algunas de ellas son entidades que aportan un número importante de obispos a las filas de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Es cierto, las entidades más corruptas no son las menos católicas del país, por lo que no puede asumirse—sin más—una relación directa entre el índice de catolicidad (la proporción de católicos de una entidad) y los índices de corrupción de nuestro país, pero es claro también que falta mucha investigación para comprender qué tipo de relaciones existen entre religión y vida pública en México.

Las opiniones vertidas en Atrio son de la exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan ni buscan reflejar los puntos de vista del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, sus socios y directivos, ni de las instituciones vinculadas con el IMDOSOC.