lunes, 30 de marzo de 2009

¿La legalización de las drogas como solución?


Uno de los temas que más intensamente se debaten en la actualidad en México, en Estados Unidos, especialmente en algunos estados de ese país que han legalizado los usos terapeúticos de la droga, en Canadá, así como en distintos países de Europa y América Latina, es el de las ventajas que supuestamente ofrece la legalización de las drogas "blandas."

No podemos olvidar, en este sentido, que en las postrimerías del gobierno de Vicente Fox, el Congreso de la Unión, se aprobaron leyes a escala federal que apuntaban justamente en la lógica de la despenalización y que, luego, algo similar ocurrió en la Asamblea del DF. En ambos casos se desandó el camino y las reformas en los ámbitos federal y local del DF no entraron en vigor.

El diez de febero de este año, el expresidente de México Ernesto Zedillo, por ejemplo, habló desde Brasil a favor de "un cambio en la política de control" de los estupefacientes. El Partido Social Demócrata de México, una formación de reciente creación, ha hecho de una propuesta similar uno de sus argumentos "fuertes" para la actual campaña electoral.

La idea que frecuentemente sustenta estas discusiones de política pública, es que en los hechos las políticas existentes en materia de manejo de adicciones son hipócritas en el mejor de los casos, brutalmente ineficaces y tienen costos muy elevados en términos tanto del número de efectivos de las fuerzas policiacas que deben dedicarse al combate del narcotráfico, como--sobre todo--al costo que en general tienen este tipo de políticas.

Se considera, en cambio, que es preferible optar por políticas que despenalicen no sólo el consumo personal de los estupefacientes, sino que también despenalicen la producción y la comercialización de las drogas.

Incluso este fin de semana próximo pasado, el tema de la legalización de la producción y distribución de la mariguana y sus derivados ocupó un lugar predominante en el encuentro que Barack Obama sostuvo con representantes de distintos grupos sociales por medio de la Internet.

El argumento dado al presidente de Estados Unidos, era que establecer impuestos sobre la comercialización de las drogas podría ayudar a la maltrecha hacienda pública estadunidense, exprimida al máximo por los distintos tipos de rescates que ha debido realizar en fechas recientes. Obama desestimó, con una risa inexplicablemente nerviosa, el argumento y se comprometió, así fuera de manera retórica, con la política que el gobierno de su país ha sostenido desde hace cerca de 80 años en materia de comercailización y producción de la mariguana y otros estupefacientes.

Casi siempre, quienes promueven la liberalización o legalización de la producción y el tráfico de la mariguana, presentan el caso de Holanda como el ejemplo a seguir y, con variaciones, se enfatiza el hecho que ese país ha logrado avances importantes, tanto en la prevención del consumo como en la reducción de la violencia asociada con el tráfico y el consumo de ese tipo de drogas. Además, se nos dice, reduce la sobrecarga de los sistemas de administración y procuración de justicia que, para bien o para mal, deben enfrentar a números crecientes de personas calificadas como delincuentes.

Sin embargo, el hecho es que Holanda vive en la actualidad una serie de muy intensos debates que dejan ver el rápido agotamiento de las políticas de liberalización de la producción, distribución y consumo de mariguana y otras drogas "blandas" como los hongos alucinógenos.

Los cambios que se observan en Holanda son generados, en buena medida, por el rechazo al llamado "turismo de drogas," que hace que distintas poblaciones de las fronteras de Holanda con Bélgica y Alemania reciban, en cualquier día de la semana, contingentes de más de doce mil personas (alemanes, belgas, franceses y de otras nacionalidades) interesados en consumir drogas en las "cafeterías" que cuentan con licencias. Estas licencias permiten que cada establecimiento tenga hasta medio kilo de la droga y pueden vender hasta cinco gramos de mariguana a cualquier cliente, mayor de 18 años, capaz de pagar las cuotas establecidas para ello.

Sin embargo, el hecho objetivo es que además de estos contingentes masivos de turistas, la población holandesa empezó a pagar un precio muy elevado. Por una parte, creció--aunque poco--el número de adictos, con las consecuencias inevitables que esa crecida tiene en los sistemas de salud y bienestar social; pero--sobre todo--creció la violencia relacionada con el tráfico de mariguana y especialmente con el tráfico de otras drogas que, aunque formalmente prohibidas, son comercializadas por los mismos grupos de criminales organizados globales que controlan el tráfico de la mariguana y otras drogas en otras naciones europeas.

A la reacciones de los alcaldes de estas pequeñas poblaciones de las fronteras holandesas rápidamente se unieron los alcaldes y cabildos de ciudades como Amsterdam y La Haya, que advertían no sólo situaciones similares, sino un creciente afianzamiento del peso y la influencia de las organizaciones criminales.

De ahí que, al observar la manera en que transcurre el debate a propósito de la legalización de las drogas en México sea inevitable preguntarse si efectivamente se han considerado las posibles consecuencias de una decisión de ese tipo y, sobre todo, preguntarse si efectivamente se han considerado los efectos que han tenido muchos años de desinterés de las leyes que, en materia de tráfico y consumo de estupefacientes, existen en México.

Por una parte, sería útil considerar--en primer término--que según la encuestadora Consulta Mitofsky, más del 70 por ciento de los mexicanos rechazan la posibilidad de que se despenalice
el consumo de las drogas.

Por la otra, sería necesario evaluar honesta y responsablemente la experiencia holandesa y admitir, como lo hizo reciéntemente (el 25 de noviembre de 2008) el influyente diario NRC Handelsblad, que la legalización en aquel país lejos de resolver los problemas que se pensó que iba a resolver creó nuevos y más graves problemas. Estos nuevos problemas han golpeado severamente la calidad de vida en un país que, para empezar, cuenta con un sistema de salud mucho más eficaz que el mexicano y que, además, cuenta con una tradición de respeto al Estado de Derecho mucho más sólida que el nuestro.

Pero incluso si esas muy importantes diferencias no fueran suficientes, sería necesario que, al analizar las posibles respuestas al problema del tráfico y el consumo de los estupefacientes, reconociéramos--como casi siempre ocurre en el ámbito del diseño de políticas públcas--que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones y que, por ello, no es sano pensar, luego de la experiencia holandesa, que en México las cosas van a mejorar porque se despenalice o legalice la producción de estupefacientes.

Lo que tendría que atenderse a la brevedad posible es remediar los problemas que objetivamente impiden que el desempeño de la economía mexicana sea mejor de lo que lo es en la actualidad. Muchos jóvenes que se convierten en peones de las redes del narcotráfico lo hacen porque objetivamente no hay oportunidades en sus lugares de origen.

Las opiniones vertidas en Atrio son de la exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan ni buscan reflejar los puntos de vista del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, sus socios y directivos, ni de las instituciones vinculadas con el IMDOSOC.

1 comentario:

chancetaken dijo...

Esto es un buen paso adelante para Mexico. Sin embargo, para que se acaben la violencia y criminalidad que esta relacionado con el narco, tienen que legalizarlas 100%. Esto es el problema en Holanda. El problema no es que las drogas blandas son legales en Holanda, sino que no son legales en los paises que lo encierran. Si fueron legales por todo europa no serian ningunos problemas. La prohibicion del alcohol en los Estados Unidos en los 30s es un buen ejemplo de lo que produce la prohibicion de sustancias que la gente quiere consumir. Al Capone y los mafiosos aparecieron cuando prohibieron el alcohol. De igual manera, los mafiosos cayeron al legalizar el alcohol de nuevo. Ademas, al legalizar el alcohol, no ha convertido la gente en una bola masiva de adictos. Si las drogas son buenas o malas no es la cuestion. Muchas cosas que sí son legales son malas. Por ejemplo, la carne de puerco es malisima para la salud debido a las grasas saturadas que contienen. El sol en exceso causa el cancer. Peleas entre pariente aumenta la probabilidad de estar involucrado en un choque. Hay muchas cosas que son malas pero no quiere decir que deberian ser ilegales. Por qué? Porque es un derecho humano fundamental de poder decidir lo que a uno hace con su propio cuerpo. Si yo quiero comer mal, el gobierno no tiene ningun derecho de quitarme de mi derecho como humano de escoger lo que consumo. Por lo mismo el gobierno no tiene ningun derecho de obligarme a no consumir droga. Sí a la legalizacion de las drogas. Sí a los derechos humanos de las personas. Y sí a Mexico.