lunes, 19 de enero de 2009

La Iglesia, Internet y Facebook

El papel que la Internet desempeñará o no en el futuro de la Iglesia es, hasta ahora, motivo de intensos debates dentro y fuera de la Iglesia y en las otras denominaciones religiosas que, por su cuenta y con las diferencias que las caracterizan respecto del catolicismo, enfrentan también el reto de qué hacer y cómo hacerlo con la Internet.

Una de las razones que obligan a una constante reconsideración del papel que la Internet puede desempeñar como herramienta de las distintas organizaciones religiosas, se deriva del hecho que la Internet ha cambiado constantemente desde su aparición.

Originalmente, como parte de proyectos de desarrollo tecnológico-militar en Estados Unidos y científico en Europa, la red estuvo pensada como un mecanismo para reducir los costos de transmisión y acceso a la información que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y las grandes instituciones de investigación científica y tecnológica en Estados Unidos, Canadá y Europa enfrentaban.

A ese primer modelo se sumaron rápidamente las expectativas de grandes empresas de los sectores punta de las economías desarrolladas que, igualmente, deseaban acceder a costos más reducidos a grandes volúmenes de información.

Muy pronto, las redes que poco a poco se construían a partir de estas necesidades se transformaron hasta que, a finales de los ochenta y principios de los noventa, aparecieron el primer navegador de Internet (el llamado Mosaic) y sus sucesores (Netscape y Explorer), cuya principal virtud es que permitían navegar con el uso de imágenes y gráficos.

A partir de ese momento, los términos del desarrollo en Internet han sido definidos por la capacidad que tienen los sitios y los programas que se usan para acceder a ellos para ofrecer distintos tipos de servicios; algunos recuerdan el tipo de servicios que ofrecen otros medios de comunicación (como en el caso de la llamada radio por Internet o los servicios de transmisión de vídeos por Internet), en otros casos han generado prácticas novedosas pero con raíces en formas de comunicación que ya existían, como las llamadas bitácoras, de la que este espacio es uno de muchos posibles ejemplos.

Este fue el momento en que, por ejemplo, la Santa Sede decidió abrir el sitio http://www.vatican.va, luego del cual se siguieron un número importante de iniciativas tanto de las conferencias nacionales de obispos, como de organizaciones como el Consejo Episcopal Latinoamericano y otros más que han dado vida a un muy activo mundo virtual del catolicismo que, sin embargo, se distinguen por ser más espacios en los que la jerarquía presenta información que considera relevante para los lectores potenciales de sus sitios.

Este modelo, más bien vertical de comunicación por medio de la red, existe no sólo en la Iglesia católica, sino que sigue siendo—en buena medida—el modelo de comunicación más frecuentemente utilizado en la Internet, tanto por los grandes medios de comunicación—el caso de The New York Times—como los gobiernos nacionales, estatales o municipales, o las organizaciones multinacionales como la Organización de Naciones Unidas o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

En fechas recientes, sin embargo, ha sido posible asistir al surgimiento de un nuevo fenómeno asociado con el uso de la Internet: el uso de las llamadas redes sociales.

Existen distintos tipos de redes sociales. La llamada My Space, propiedad del magnate de los medios de comunicación tradicionales Rupert Murdoch (es dueño de los estudios y las cadenas de Televisión Fox, así como—entre otras muchas empresas—de The Wall Street Journal), ha logrado convertirse en una de las más importantes por el número de personas que la visitan y sostienen espacios ahí, del mismo modo que lo han sido otras como Facebook.

Una característica que distingue a este tipo de sitios de Internet es que, a diferencia de los sitios más tradicionales, en los que el autor debe contar con un conocimiento mínimo de programación, en MySpace, Facebook y otras redes sociales, el conocimiento requerido es mínimo.

Algunas funciones se han simplificado de tal modo que basta “arrastrar” algún elemento de un menú virtual para que funcione o, en el peor de los casos, es necesario acceder a menús más tradicionales de los que el usuario elije una o varias características (como color del fondo de la pantalla o animaciones o tipo de letra) que le dan a la página un aire personalizado.

No sólo eso. Otra característica importante es que las entradas, a diferencia de las bitácoras que tienden a ser un poco más estructuradas, son extremadamente sencillas y en la inmensa mayoría de los casos recuerdan, por el uso que hacen del lenguaje, al habla popular más que a lenguajes más especializados.

Además, en el caso de Facebook, es posible hacerse fan de distintas personalidades, pensadores o artistas. En mi caso personal lo soy en Facebook de Joseph Ratzinger, de santo Tomás de Aquino, de G. K. Chesterton, entre otras personalidades del catolicismo, además de que soy usuario de un recurso llamado Regalos Católicos, que permite que los usuarios nos regalemos entre nosotros estampas, medallas, rosarios y otros símbolos del catolicismo en versión virtual.

No sólo es, se ofrece un Libro de Oraciones, que cuenta con la Liturgia de las Horas en varios idiomas, además de la posibilidad de formar y/o unirse a grupos de oración o de otro tipo de actividades.

Una de estas actividades es la de reconocer a personas como amigos a quienes se integra en redes. Facebook admite un máximo total de cinco mil amigos, cifra que, por ejemplo, fue recientemente alcanzada por el cardenal-arzobispo de Nápoles, mons. Crescenzio Sepe, quien se ha distinguido por ser uno de los obispos más activos en Facebook.

MySpace y Facebook se han convertido, en este sentido, en uno de los nuevos espacios en los que el futuro de la red se define y, no en balde, algunas diócesis, parroquias, órdenes y movimientos laicos, así como laicos en lo individual, cuentan ya con espacios en MySpace y/o Facebook desde los que difunden conocimiento, puntos de vista, opiniones, críticas y, de manera más general, desde los que difunden su manera de ser católicos.

El fenómeno ha resultado tan interesante que La Civiltá Cattolica, la venerable revista de la Compañía de Jesús en Italia, ha dedicado en su primer número de enero un extenso artículo del padre Antonio Spadaro SJ, a considerar cuáles son los posibles usos y beneficios para la Iglesia del uso de páginas de Internet en servicios de red social como Facebook y MySpace.

El padre Spadaro es una de las autoridades en materia de uso de la red por parte de la Iglesia católica, pues—desde hace varios años—hace un seguimiento puntual de los desarrollos en el terreno del uso de la red.

En ese texto, disponible en italiano en la Biblioteca Pedro Velázquez de Imdosoc y en el sitio de La Civiltá Cattolica, el padre Spadaro reconoce algunas de las virtudes que ofrece el uso de sitios de red social como Facebook, pero reconoce algo que es inevitable considerar cuando uno piensa en el caso de la Internet o de un libro o revista, que es el hecho que la red no puede sustituir del todo el contacto entre personas y que, por ello mismo, es necesario ver a Facebook, lo mismo que a las bitácoras o los sitios más tradicionales de Internet, como parte del arsenal creciente de recursos con los que la evangelización puede ocurrir, pero no como el único recurso para que ese proceso como tal ocurra.

Las opiniones vertidas en Atrio son de la exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan ni buscan reflejar los puntos de vista del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, sus socios y directivos, ni de las instituciones vinculadas con el IMDOSOC.

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