lunes, 22 de febrero de 2010

Realidad, discriminación y miradas

Este lunes 22 de febrero, la prestigiada encuestadora María de las Heras publicó, como lo hace cada lunes, una encuesta en la edición mexicana del diario español El País. Por lo regular, estas encuestas de doña María abordan temas coyunturales de distinta naturaleza. En fechas recientes ella ha publicado excelentes estudios, por ejemplo, sobre la percepción que los mexicanos tenemos de los orígenes de la violencia o de las razones de fondo del pobre desempeño de la economía nacional.

La entrega de este lunes la dedicó al tema de la discriminación y, como era de suponerse, la actitud de los mexicanos es en este, como en muchos otros temas, sumamente sombría. La encuesta da cuenta de cómo se percibe poca disposición de la autoridad a cumplir con sus tareas y, en términos generales, muchos nos sentimos discriminados y muchos advertimos frecuentes actos de discriminación, tanto en el ámbito laboral como en otros.

Los números de la encuesta son valiosos, pues dejan ver que entre los grupos más discriminados se encuentran las personas con sida, los homosexuales y, sobre todo, los indígenas quienes, no en balde, concentran los más altos índices de pobreza y marginación en nuestro país. Les siguen las personas con alguna discapacidad, los obesos, las personas con alguna debilidad mental, los ancianos y las mujeres.

Cuando la encuestadora pregunta acerca de las razones de la discriminación se identifican cuatro posibles causas: la ignorancia (62 por ciento); la falta de sensibilidad (15 por ciento); el miedo a lo diferente (12 por ciento) y una combinación de los tres anteriores (11 por ciento).

Sin embargo, al hablar de los factores que influyen en los patrones de discriminación reportados la encuesta dice que son “la escuela” (65 por ciento mucho); “el ambiente familiar” (63 por ciento); “las costumbres sociales” (62%); “las autoridades” (50 por ciento); “las leyes” (48 por ciento) y, finalmente, “la religión” (41 por ciento mucho y 43 por ciento poco).

Hasta ahí, la encuesta de De las Heras parece ofrecer una mirada muy clara sobre la situación y las causas de la discriminación en México. Sin embargo, en el artículo que normalmente acompaña a la encuesta, de la autoría de la propia María de las Heras, se rompe esta lógica y centra su reflexión en el supuesto papel de las iglesias en esto de promover o tolerar la discriminación.

Se refiere, por ejemplo, a la reforma actualmente en trámite al artículo 40 de la Constitución y concluye:
Por lo visto en el México del siglo XXI seguiremos cargando con los prejuicios que nos impusieron los evangelizadores en el siglo XVI, y tanto las mujeres, como los indígenas, los homosexuales, y muchos otros tendremos que vivir sujetos a las discriminatorias leyes que dicta la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana. ¡Que viva Torquemada!

El párrafo no tiene desperdicio, no porque encuentre fundamento en los números de la propia De las Heras, sino porque se olvida por completo de lo que sus propios números dicen y hace ver a la religión, definida así en general, como equivalente a la Iglesia católica y, lo que es peor, pierde de vista el que la religión aparece en el sexto lugar de las explicaciones de la discriminación en México, y la hace aparecer como la principal responsable.

Doña María, lo mismo que el autor de estas líneas, somos usuarios de la red social Twitter (www.twitter.com/), ella como @Mariadelasheras y yo como @rsnunez. Desde ese espacio le envié algunos mensajes relativos a lo que su artículo dice. Traducidos del lenguaje de Twitter, que obliga a reducir cada mensaje a no más de 140 caracteres, le digo lo siguiente:
Hace más de 150 años que la Iglesia no es responsable de la educación masiva en México. Culparla de la incapacidad de los gobiernos civiles para educar y evitar la discriminación, es igual a lo que el PAN hace al querer culpar al PRI de todos los males del país. Ojala alguna encuesta suya pudiera medir la asistencia a misa. Verá usted que en realidad es muy baja y que la educación religiosa como tal es todavía más baja.
En consecuencia, no se pueden explicar—como lo hace su artículo—las actitudes de amplios sectores de la población mexicana en materia de discriminación como resultado de la influencia de la educación católica, pues no hay espacios para que ello ocurra.
La cobertura del sistema de educación católica en México es menor al 25 por ciento en todo el país y se concentra en sectores medios y altos, de modo que resulta difícil aceptar la conclusión de su artículo.

Hasta ahí mis observaciones en Twitter. Creo que el tema de la discriminación es suficientemente importante como para que lo observemos con una mirada que lejos de contribuir a la solución de los problemas, introduce más prejuicios y, en consecuencia, hace más difícil la solución. La Iglesia ciertamente tiene problemas para hacer llegar su mensaje a una sociedad crecientemente compleja que no se siente identificada en algunas prácticas de la Iglesia, pero asumir que desde la fragilidad institucional que caracteriza a la Iglesia (que se refleja en la pobre capacidad para ofrecer educación religiosa), el catolicismo tiene la capacidad para que una mayoría de la población actúe como la Iglesia dice es pedirle demasiado a la imaginación.

Quedará ya en manos de la Iglesia (acaso mejor dicho, de las iglesias, por lo menos las de inspiración cristiana) el hacer ver que lo suyo es la promoción de una radical igualdad, en la que esto de la discriminación no sólo no tiene lugar, sino que contradice el mensaje del evangelio.

lunes, 15 de febrero de 2010

Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna (versión corta)

Promode un documento de la CEM sobre la situación actual del país...